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viernes, 1 de mayo de 2009

“La condición creada del hombre en el antiguo testamento” según: Maurizio Flick y Zoltan Alszeghy



“La condición creada del hombre en el antiguo testamento”
En este texto, Maurizio Flick y Zoltan Alszeghy, quienes siempre trabajan juntos para estos temas, nos muestran el origen e la fe en la oración, de una forma tan histórica como tradicional, para todos los pueblos, en este caso el pueblo judío del antiguo Israel.
Israel, como un núcleo tan definido como lo era la entrega total al Dios de la alianza (Gen 12,50; 15,17), eran fieles a sus promesas, aun siendo tan nómadas, los judíos, contaban por decirlo así con Dios como su guía (Dt 26,5-9) aquí la revelación se puede ver muy adelantada, en relación con las exigencias y disposiciones de aquellos que la reciben, haciendo al pueblo capaz de semejante profundización, las concepciones originales se van haciendo más hondas bajo el influjo del aliento de vida Divina en las relaciones de los israelitas en este caso y Dios; no solo por medio de sus viajes se sentía su presencia sino también a la hora de sus batallas (Dt 9, 4-6), (Dt 10,14; Sal 89,9-13; Sal 95, 4-5; Sal 14, 8-5; Sal 8,3; Sal 9,2) y hasta por medio del arca de la alianza como tal (Jos 3,5;4,6-7) sino que reconoce a Dios como señor de todo lo creado para el hombre.
Llegamos aquí al Génesis de la creación orientada desde el principio en el hombre, claro que se ve más diferenciado en el Gen 2 que en el, esa condición prioritaria para el hombre, sobre el que están pensadas todas las cosas.
Pero, ¿De dónde se afianza tanto que el hombre sea en realidad la prioridad de Dios y que pensando en él, Dios creara todas las cosas partiendo según el texto de la nada? Debido al destierro constante que tenia el pueblo judío, se fue elaborando aquella teología de la creación, que al empezar de la nada (Gen 1,1-24 “tohuwaboju”) y terminar con todo el espectáculo pensando en el hombre (Gen 1,27). Es por esa fe en la creación por el mismo Dios y su forma en la palabra (Gen 1,1 y gen 2-3), evolucionando a tal punto que se desarrolla, que el pueblo de Israel ya no es el centro de la creación, sino que es el mismo Cristo quien lo es (Hch 4,24-30; 1 Pe 4,14; Is 65, 17-25; 66,22-24); (Apoc. 21, 1-8; 21-23; 2 Pe 3) y que según el N.T. Cristo esta desde el principio presente en la creación (Jn 1,1) y lo muestra mucho también Pablo en sus cartas.
Ahora, el pensar que la creación de Dios sale de la nada, lo vemos plasmado en el concilio Vaticano I en su (D 3002) esta descripción dice que todo fue creado producto de todas las cosas de la nada según toda sustancia. Esta expresión ya se encontraba en el Concilio Lateranense IV, aquí se explica según (Mac. 7,28) que la nada no tiene que concebirse como algo distinto al creador, esto es según la filosofía escolástica.

San Agustín cita al respecto y como dato curioso, que el inicio del génesis (7 días de la creación) hay que entenderlo simbólicamente, pues esta representado en largo tiempos periodos de tiempo.

Santo Tomás pensaba, sin embargo, que este comienzo temporal del mundo, hacia parte de un articulo de fe, revelado en la escritura, claro pensando en una afirmación mítica de las presentación de la total dependencia del universo de Dios, mostrando también que la temporalidad, es parte del dogma de fe. El hombre aquí es producto de la operación trascendental de Dios (Concilio Vaticano I).
Para cerrar este análisis, es importante resaltar también la importancia que le da el Concilio Vaticano II al misterio de la creación, que se encuentra resumido a: “lo que Dios quiere es hacer de todo el mundo una nueva creación en Cristo, incoativamente aquí en la tierra, plenamente en el ultimo día, resaltando al final la creación divina”.
Se podría decir que Flick y Alszeghy, nos muestran una ruta de fiar para el buen entendimiento de la creación del mundo, por Dios para el hombre (Gen 1, 1-24; 1-27), visto desde una visión popular que se ve reflejada en el pueblo de Israel en vista de sus éxodos y/o exilios que son constantes y muy duros. Ellos sin vituperar, nos muestran lo agradecidos con las revelaciones que Dios tiene para con ellos en todos los sentidos (Gen 12-50; Dt 26,5-9; Jos 3,5). Pero aquella teología de la creación, la cual según Gen 1,1, sale de la nada, solo puede ser verídica si se admite que Dios por si solo ha hecho todas las cosas, para su designio de salvación a favor de los que creen en él, ya no solo a nivel del pueblo de Israel, sino a nivel de toda la creación por medio de Cristo.
Es claro en este punto que un factor tan importante como al temporalidad de la creación, la cual en el Concilio Vaticano I y en el Lateranense IV, es de vital importancia para la credibilidad del hecho, pero todo esto desde su primer instante de existencia solo es posible desde una mirada mística del poder de Dios y asumiendo como dogma o misterio de fé del trascendentalismo de Dios, y como completa el concilio vaticano la creación en Cristo, vivido plenamente en el ultimo día.
Este aporte de Flick y Alszeghy que es tan enriquecedor, puesto que se explica de forma muy a la mano, es de verdad interesante. Ellos queriendo mostrar sus puntos de vista nos llevan por un camino del A.T., bastante claro por así decirlo; aunque en el momento de, mostrar el cambio de Dios con respecto a su pueblo elegido (la venida de Jesús), ellos enfatizan si que Cristo es el centro. Es claro que el aporte futuro de los discípulos instrumento del mismo Cristo para dar a conocer esta realidad. Ahora, en el momento de explicar, que según el Concilio vaticano I, describe la creación como “una producción de toda clase de cosas de la nada, no deben existir substancias”, es algo confusión, puesto que si no hay nada no deben existir substancias, lo que quiere decir que Dios, desde la sustancia más mínima, hasta la propia creación, es de difícil entendimiento este pasaje del concilio.
Ha sido enriquecedor como ya lo dije, todo este caminar, que aunque sea tan solo un pequeño preámbulo de la creación y sus inicios desde Dios, si es una puerta para seguir investigando a este respecto; no sin antes tener en cuenta que lo que se busca al final del camino es que el hombre coopere cada vez más y con más fe, al perfeccionamiento de la creación Divina.