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viernes, 1 de mayo de 2009

Comentarios paralelos sobre: La teología de los escritos Joánicos I (Joachim Gnilka)


La teología de los escritos Joánicos I (Joachim Gnilka)

Joachim Gnilka (Alemania, 1928), profesor de N.T., desde 1975 y considerado uno de los mejores teólogos contemporáneos nos trae un excelente escrito teológico sobre los escritos Joánicos, especialmente el evangelio de Juan, el cual este autor tratando de explicarlo, se divide por así decirlo en el evangelio y en las cartas de Juan, puesto que considera Gnilka, que los prólogos no son nada parecidos, aunque en cierta medida se encuentran algunas similitudes, entre la primera carta y la segunda parte del evangelio de Juan; esto partiendo del pensamiento que estos textos fueron escritos por la escuela joánica, que como ya lo tenemos predicho no significa que la fuente no sea solo una (autor espiritual o vivencial), sino que a la hora de la redacción, estos textos pudieron ser completamente repensados y reelaborados por varias cabezas, dificultando así hasta una sucesión cronológica y una escatológica adecuada, la cual teniendo que estar desde un punto presenta en algunos momentos se muestra a futuro, dando tal vez una evolución entre el mismo evangelio que no permite de verdad un hilo conductor sobre el orden de estos escritos. Esto nos lleva, según Gnilka, a buscar los materiales preexistentes (el problema), que nos dan luces para entender este fenómeno bíblico; citando a Bultmann se logra ver como él considera que aparte de la historia de la pasión, existen dos fuentes escritas en este evangelio que son, la primera; los milagros Joánicos (fuente de los signos), la otra los discursos de la revelación, siendo más notoria actualmente la fuente de los siete signos (1). Bultmann argumenta que las historias son tan diferentes que es difícil creer ya a ciencia cierta, que fueran escritas todas por un mismo autor, pues incluso que este pudo ser la evolución del evangelio de Marcos, se especula también tal vez que el último autor de este evangelio, pudo haber conocido el final de los otros evangelios, o simplemente esto puede ser el resultado de los debates de la escuela joánica, claro esta sin hablar de estos materiales en un sentido estricto.
Gnilka, tratando de darle un orden a las ideas, nos muestra de una forma o de otra como estos han sido repensados y reelaborados, llegando a pensar que definitivamente, esta Juan muy ligado a los evangelios sinópticos, siendo este un terreno bien difícil de manejar, pues es complicado darle una interpretación teológica en este proceso de reflexión y elaboración en el texto. Para ilustrar mejor el panorama que es tan complejo, Gnilka nos da un par de ejemplos visibles; el primero es la multiplicación de los panes (Jn 6,1-15) y Jesús camina sobre las aguas (J, 6,16-21); los dos hechos consignados también en el evangelio de Marcos, van precedidos de la frase “yo soy”, que solo encuentra significado de peso a partir de Jn 6,1, arrojándonos a la parte eucarística del discurso, pasando así de la actuación milagrosa, al discurso revelador, aquí se adquiere el peso teológico que se necesita para el milagro que se convierte en signo.
(1)Jesús convierte en agua el vino, Jesús sana al hijo de un oficial del rey, Jesús sana al paralítico de Betzata, Jesús da de comer a una multitud, Jesús camina sobre las aguas, Jesús da vista a un ciego de nacimiento, Jesús, Jesús resucita a Lázaro.
En este punto la palabra “Pan” (Jn 6,27), que es el mismo Jesús, el hijo del hombre quien lo da, mostrando que le valor que se atribuye a este hecho (milagro), no solo tiene un significado por su parte bueno, sino que también se refleja en el rechazo del pueblo que no es capaz de ver, sino solo, un hecho milagroso, su necesidad humana, impidiéndose ellos mismos, ver el signo es necesario que alguien nos introduzca en ello que es la revelación que acontece en Jesús y en esa frase de “yo soy” al “yo soy eso”, del relato milagroso.
Esto es entendible, si se tiene en cuenta dos fórmulas, la absoluta de revelación y la formula relativa (metáfora), que aquí se evidencia con “yo soy el pan de la vida” (Jn 6,35). Todas estas imágenes del “yo soy”, quedan reducidas a una unidad, que se puede apreciar mejor desde la cristología y desde el punto que tiene que ver también con la salvación del hombre, desde la reelaboración del signo (así como el pan de vida, también la revelación /el revelado transmite vida).
Otro hecho sinóptico que resalta Gnilka, es la aparición del Bautista, que se encuentra tanto en el evangelio de Juan como en Marcos, resalta que gracias al Bautista, Jesús tuvo incluso sus primeros discípulos, porque él los encamino a Jesús. Bautista muestra como el conocer a Jesús es todo un do que se adquiere por medio de la sabiduría divina, que le mostró especialmente a él, ese desconocido (Jn 1,31-33), claro que se hace énfasis que es desconocido desde lo esencial de su ser.
Desde este punto de vista la visión joánica se transforma con respecto al evangelio de Marcos, puesto que aquí el bautista se orienta es exclusivamente, a dar a conocer a Jesús entre el pueblo (Jn 1,31), esta es su escatología; la misión del bautista no es revelar sino dar a conocer, puesto que Jesús se da a revelas por si solo se recuerda aquí el “yo soy”, por su parte Juan el bautista es aquí el “yo no soy” el disminuye para que aquel crezca (Jn 3.29).
Esta exposición que mengua la actividad del Bautista, nos explica que ante los ojos de Juan, pasa a segundo plano resaltando tan solo la venida des Santo Espíritu como signo para conocer a Jesús (Jn 1,33), poniendo nuevamente en relieve la revelación, para que Jesús no siguiera siendo el desconocido entre los hombre (Jn 1,26), destacando que el hombre por si solo no puede conocer a Jesús, es necesario que se revele, relacionando aquí a la fe con el conocimiento.
Gnilka, analiza también la forma y el interés cristológico de la confesión de fe, por parte de los discípulos, destacando que los que lo conocen de primera vista es porque se les otorga el conocimiento para esto, lo expresan como “hemos encontrado al Mesías” (Jn 1,41), hemos encontrado a aquel de quien han hablado y escrito Moisés y los profetas (Jn 1,45), o “tu eres el hijo de Dios, tu eres el rey de Israel” (Jn 1,49). Todo esto enfocado a la consigna que hace Jesús, hacia el mismo con un ¿Qué buscáis? (Jn 1,38) y se encuentra ese “lo encontraron”, enmarcando incluso la terminología sapiencial, que sirve de modelo, para mostrar a Cristo, personificado como la propia sabiduría, pues quien la busca la encuentra, como les paso a los discípulos del bautista. Aquí el autor nos muestra una doble cara de las cosas, pues también escribe del rechazo por parte de quien no la quiere.

Siguiendo con las cosas importantes a resaltar de este evangelio, Gnilka destaca por encima de muchos otros, el de la pasión (compartiendo algunas cosas con Marcos y Lucas), empezando con el prendimiento de Jesús en monte de los olivos (Jn 18,1 ss.), dejando por fuera de sus comentarios la agonía de Jesús en el Getsemaní y el proceso ante el sanedrín, prescindiendo Juan de ellas por cuestiones teológicas, puesto que contraría la imagen de un Rey que refleja su majestad en su pasión y muerte, convirtiendo ese prendimiento, en una escena epifánica, en la cual Jesús con su “yo soy”, se da a conocer (se revela una vez más); lo más probable es que Juan en realidad si conociera la pericona de Getsemaní y el proceso del Sanedrín, solo que ubica estos hechos entre otros a través de todo el evangelio, como por ejemplo: Jesús es el Cristo (Jn 10,24; Mc 14,61), la blasfemia (Jn 10,36; Mc 14, 61-64), las medidas judiciales (Jn 9, 22; 12, 42) entre otros, no sin antes aclarar que el proceso no acaba con el final de su actividad publica.
Viene una parte interesante a todo esto, cuando Pilatos, pregunta a Jesús si es el rey de los judíos (Jn 18,33) es resaltando su señorío y grandeza universal. Se muestra aquí que su reino no es de este mundo, pero ha venido al mundo para mostrar la verdad (Jn 18,36 ss.), claro que para los judíos esto no es motivo de contradicción y negatividad (Jn 19,15).
Esta concomitancia y conjunción de pueblo y mundo, rey de los judíos y rey que ha venido al mundo, define el espacio donde acontece la salvación aportada por Cristo, claro que esta problemática se aclarara por el autor después.
Aquí Gnilka resalta la forma que Pilatos presenta a Jesús “he aquí el hombre” (Jn 19,5), confirmándolo con la corona de espinas y el manto púrpura, que más adelante, toman su color de divinidad, transformando en las propias palabras de Pilatos, en “hijo de Dios” (Jn 19,7). En el resto de la pasión ni sigue ningún título cristológico a fin que todos creyeran por medio de él. Se hace referencia aquí al bautista, resaltando que el no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz (Jn 1,6-8), pero previo a este testimonio uno sobre el logos (procedencia divina de Jesús) así como su encarnación, aquí la relación del logos con el evangelio resalta a Jn 1,14. Para Bultmann la frase “y el verbo se hizo carne”, ofrece el tema del evangelio de entrada, marcando su contenido cristológico de la encarnación, el revelador aparece en su acontecer en un estado de “Pura humanidad”, entendida mejor desde los ojos de la fe.
Claro que para el teólogo católico moralista de M. Theobald, la cristología de la encarnación supones el final de un proceso de desarrollo cristológico, para el la cristología de la encarnación no tiene eco en el evangelio, pues esta está delimitada por la idea de Cristo como enviado de Dios como hijo del hombre, que ha venido del padre y ha vuelto a él, algo así como que el logos divino habría venido al hombre Jesús en el bautismo y le abandona antes de la crucifixión. A esto Gnilka argumenta la posición del logos (1,1-.6), las interacciones de Juan el Bautista en Jn 6,8 y 15 son inserciones como las de Rom, Col, Heb; se remonta aquí al prologo el cual es un comentario introductorio al evangelio, pero también el evangelio por su parte en un comentario del prologo. Juan con el texto del prologo, logra transformarlo en un prólogo, creando un autentico comienzo a su obra. En su preexistencia a Cristo logos o oyó y vio todo lo que comunicó luego a los hombres a su manifestación histórica (JN 1, 4) esto dado como una manifestación natural.
También aquí se hizo histórico el rechazo de la luz, por cuya causa surgen las tinieblas (JN 1, 5), aquí el evangelista se aleja de un problema especulativo sobre el origen del mal y asume la postura característica del evangelio que explica que solo con la revelación se percibe las tinieblas como tinieblas, resaltando la palabra “mundo” ese que esta enemistado con Dios por la historia de los hombres.
Aquí y muy en encima de otros cuestionamientos de Bultmann, Káseman y Feobald, Gnilka hace énfasis en que” (logos) vino a lo suyo”, resaltando que el escándalo de la revelación se mantiene y se expresa en la medida que a Jesús se le reprocha que, pese a ser un hombre, se haga Dios (JN 10, 33-5, 18).
Gnilka nos muestra ya en sus últimos párrafos del texto posibles correcciones de la reelaboración del texto del logos partiendo de los últimos a partes del prologo que se encuentra en la iniciada del revelador. Aquí el evangelista muy efímeramente acepta términos como gracia (1, 14-16) (6, 44), gloria (2, 11). Sin embargo, también aquí existe una conexión entre el texto del logos y el evangelio, constituyendo (en palabras de Gnilka) el punto de partida para exponer una concepción teológica.

En síntesis Gnilka inspirado en exponer su posición sobre el prologo frente al logos nos lleva por todo un camino, que nos enfrenta a un problema donde la revelación, pasando por el testimonio (1, 34), ese “yo soy” que se resalta frente a ese “yo no soy”, es esa revelación que une a la fe con el conocimiento, donde razones teológicas que nos permite ver una reelaboración en este evangelio en mas de una ocasión, llevándonos hasta el propio logos divino del cual parte el prologo del evangelio de Juan , que se confirma que uno a lo suyo dejándonos ver los cambios de orientación del evangelista para, tener varios puntos de partida a nivel general, en la teología.

Ahora bien Gnilka en su recorrido del logos a la revelación Joánica, nos deja ver algunas incongruencias al respecto, como que el argumenta que el capitulo 21 es considerado como un capitulo adicional, pero mas adelante, tal vez muestra que el evangelista pudo haber conocido el final de todos los demás evangelios conociendo así el final de la historia, la verdad tal comentario del capitulo 21 es algo precipitada; por el contrario, y pudiendo ir a lo concreto, no nombra a los siete signos Joánicos, con el fin de darle mas claridad al lector, además de esto deja inconclusos temas como la relación entre la fe y el conocimiento, ( tal vez se haga mención de esto en otro escrito). Dándole si importancia a algo de tan poca relevancia como el uso horario dejando otro tema inconcluso como el tema de los conocimientos y conjunciones pueblo y mundo por nombrar alguna, considerando que aquí debería tener una definición de inmediato, pues se pude perder el hilo de la idea fundamental de esta dualidad de palabras, factor determinante para lo que viene, mas adelante, que al respecto de la explicación de logos en Juan. La verdad que en su juego de palabras logra crear confusión con respecto al versículo 1, 6-8 porque no es especifico que al personaje que ese quiere destacar para la consecución de los hechos es Juan el Bautista.
También y para terminar, hago mención al teólogo M. Theobald cuando se refiere a los logos divino, llegando sobre Jesús en el bautismo, y retirándose en el crucifixión… tal vez si este comentario se hubiera hecho sobre otro de los evangelios fuera mas aceptable su posición, pero es difícil afirmar esta postura, pues en JN no se muestra el abandono literal de Dios frente a Jesús en la cruz. Si esto hubiera sido así seria más fuerte y contundente esta apreciación.
Por ultimo me pareció que si Gnilka hiciera mas énfasis en la palabra “verdad” en su escrito, seria mucho mas bueno de lo que es, pues en el N. T. esta palabra tiene un significado en verdad revelador, pues nos lleva a la sabiduría mas la realidad divina que es manifestada a los hombres en Jesús.