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DISTRITO CAPITAL, BOGOTA, Colombia

lunes, 20 de abril de 2009

SEMANA SANTA EN BOGOTÁ CITY


En el alma de Bogotá se encuentran los altares y relicarios de la historia religiosa que están prestos para celebrar en estado de recogimiento o de éxtasis la comunión con el espíritu de Dios. Miles y miles de bogotanos, que se reúnen desde hace muchos años en las calles del centro de la ciudad, se ven conmovidos entre la atmosfera de oraciones y rezos que hacen de la Semana Santa toda una época de reflexión, amor, sacrificio y peregrinación, mostrando un estilo el cual surge de la contradicción entre la fe y la autonomía del espíritu, que se penetra en toda una tradición, que definitivamente en muchas casos no solo llama la atención por su contenido netamente religioso sino también con un matiz cultural, que resalta de una manera u otra todo un mundo de revelación, que empieza, bien puede ser, en la Plaza de Bolívar que en su Catedral Primada y en sus capillas internas, nos ponen a pensar en esa primera misa en la ciudad de Santa fe por fray Domingo de las Casas (1) , subiendo a la majestuosa iglesia de la Candelaria, un exquisito viaje de pinturas mural, las cuales recuerdan los retoques franceses del barroco tardío, que nos llevan como por un sueño a toda una verdadera arcadia mental. Retornando a la séptima hacia el sur encontramos lo que es uno de los más representativos tesoros, dado por los franciscanos a la Santa fe de 1.567; es el terceto de iglesias de la orden franciscana de San Francisco, Veracruz y La Tercera; iglesias las cuales nos llevan por anales históricos importantes como nuestros primeros mártires de la nación, en el caso de la iglesia de Veracruz. La iglesia San Juan de Dios comparte su alrededor con mercaderes de artículos paganos. Visitar el lugar se hace casi imposible durante las festividades religiosas. La Iglesia Católica apoya otro tipo de actividades, pero cientos de fieles siguen creyendo en filacterias y supercherías, que también hacen parte bien o mal de esta peregrinación bogotana en la Semana Mayor.

Hace muchos años tuve la oportunidad de ver mi primera Semana Santa, con una procesión en vivo muy en vivo; las tradicionales familias de Ciénaga de Oro en Córdoba que siempre han trabajado en el arreglo de los pasos que salen durante las procesiones de los días santos, es una tradición que se ha mantenido desde hace 152 años. Para mi era algo nuevo pues en su conjunto desde sus imágenes (2) hasta la banda que acompaña con su música fúnebre, hacen pensar en un verdadero clímax de dolor, perdón y resurrección. Rodeada de una serie de personajes típicos que enriquecen la celebración que van desde: el pregonero romano viste con traje de soldado romano. El jueves santo sale a caballo con una trompeta y el viernes santo anuncia la muerte de Cristo haciendo sonar un cuerno de toro; los incensarieros son otros de los personajes más representativos pues recorren la procesión vestidos con túnicas de color beige que van echando incienso durante todo el recorrido delante de cada uno de los pasos; el campanitero y colero sale tocando una campana y siempre viste de morado, con una peluca; el penitente sale generalmente los días jueves y viernes arrastrándose por las principales calles. No se flagela como ocurre en otras localidades del país. Generalmente cubre el rostro con un capirote negro; la cargadora es otro de los personajes con especial significado y se trata de mujeres que cargan el paso de la Virgen de la Dolorosa y están vestidas con túnicas de color beige; el carguero o nazareno son los hombres que cargan los pasos y su posición dentro de las procesiones se heredan de generación en generación; el cofrade es el que vigila el paso penitencial durante la procesión; el legionario romano sale en la marcha del jueves santo con capa naranja, pechera café, casco y lanza; el sayón es el encargado de custodiar el Santo Sepulcro en la procesión del Viernes Santo. Viste túnica y capirote negro (3). Podrán imaginarse el gran impacto que estas procesiones y peregrinaciones causaron a mis inocentes Semanas Santas, las cuales no pasaban de visitar en algún momento la parroquia de mi barrio aquí en Bogotá; no quiero decir que en algunos sectores de la ciudad no se hagan este tipo de representaciones teatrales de la Semana Mayor, es simplemente que nunca las había visto tan llenas de tanta fe y amor por acompañar al Señor Jesucristo en su camino de la muerto a su resurrección. Pero ¿Qué hay detrás de todas estas demostraciones de amor cargado de sacrificio incluso corporal?; cuando volví nuevamente a Bogotá, encontré que aquí de una u otra forma se vive ese mismo peregrinar, esa misma procesión también en masas, especialmente con la visita del los siete “7” templos especialmente en el centro de la ciudad, los cuales hacen de Bogotá una de las ciudades más visitadas en la Semana Santa, aunque no se tenga un buen clima, no haya playa y mucho menos las grandes procesiones y peregrinajes, que se ven en pueblos y ciudades, que como Ciénaga de Oro, Sabana Larga o Popayán siendo muy hermosos sus eventos, no logran dejar atrás tan legendaria tradición en las calles del centro de la capital colombiana.
En el sector de la Candelaria en Bogotá, entre las comidas típicas y museos encontramos a La Catedral Primada de Colombia, también llamada Catedral Primada de Bogotá, esta situada en la Plaza de Bolívar, en el corazón de la Bogotá histórica, donde se hallaba originalmente la Plaza Mayor de la ciudad en la cual se hacía el mercado campesino, (claro que este año y muy especialmente se hizo mercado pero de achiras, rosquitas, arequipe sin harina, rosarios, semillas de mostaza, escapularios y demás cosas que solo se encuentran en el majestuoso cerro de Monserrate (4), el cual por cosas de la naturaleza se ve entristecidamente obligado a bajar a una pequeña capilla secundaria de la Catedral a su más grande tesoro El Seños Caído de Monserrate). Esta catedral es el mayor templo católico de Colombia y uno de los más grandes de América Latina, la cual ha tenido desde su creación hace ya 471 años aproximadamente, varias remodelaciones y un gran terremoto, la hermosa apariencia que hoy nos acompaña y la cual es ícono de la nación. Este año y con gran júbilo La Catedral se dispone a recibir a los no menos de 1’000.000, de visitantes que habitualmente tiene el cerro de Monserrate, el cual se encuentra en remodelación por las averías que presentan sus caminos, ofreciendo también la visita a la misma Catedral, la cual en años anteriores era imposible visitar en años anteriores, pues por lo general es solo abierta para casos especiales; también ofrece una pequeña parte del mercado habitual de Monserrate, además de los sitios típicos del sector quienes también mostraran a propios y ajenos lo más autóctono de las delicias bogotanas.
En una de sus capillas internas de más importancia, la Catedral nos deleitara con la presencia de una visita muy querida por los bogotanos: El Señor Caído de Monserrate. No es fácil ‘levantar’ al Señor de Monserrate (5). Son 150 kilos de hierro, madera y metal fundido. Además, existe la creencia popular de que se molesta cada vez que lo bajan de su pedestal.
La primera vez, el Señor también se molestó. El camino al santuario aún no había sido tapizado con piedras y adoquín. Varios deslizamientos impidieron la subida de quienes querían presenciar el vía crucis de la santa estatua. Ese año, 1916, al cielo de Bogotá se le había olvidado llover y la sequía de la tierra se tradujo en hambre y pobreza. La violencia también fue el motivo para usar el último recurso después de negociaciones políticas fallidas, cuerpos mutilados y la guerra bipartidista que dejó el Bogotazo: creer en milagros. Fue el 10 de junio de 1952 cuando, por segunda vez en la historia, trasladaron al ícono del cerro capitalino a la ciudad. Dicen que la última vez se puso más pesado. Fueron necesarios 50 hombres para trasladarlo. El 21 de noviembre de 1998 fue una tarde lluviosa en la que todos llevaban en la mente la noticia de que las Farc se habían tomado Mitú, en el departamento del Vaupés, dejando un saldo de muertes aterrador. El Señor Caído gozaba de la fama de haber concedido muchos milagros y la paz era el milagro que todos querían por entonces. Lo sacaron de la iglesia, lo llevaron por el camino del vía crucis hacia la estación del funicular, lo amarraron por fuera del vehículo, ya que no cabía, y entre una aglomeración nunca antes vista llegó a la Plaza de Bolívar, en donde se quedó sólo un día. Este año será la primera vez en la que la búsqueda de un milagro no sea el motivo para volver a mover al santo. En esta ocasión se buscará que la multitud que generalmente acude al cerro en Semana Santa se reduzca, por cuestiones completamente diferentes (6); en esta capilla es donde habitualmente se expone el monumento de Semana Santa, pero esta vez y buscando la seguridad de los miles de visitantes del Señor Caído, se expondrá, para que muchas oraciones se eleven en el cielo de la Plaza de Bolívar, para que todas esas lucecitas que adornan esta capillita como ángeles, acompañen al Señor. Los cuadros barrocos que se pueden destacar de tan hermoso recinto sagrado, son los del Lavatorio de los pies y la Última Cena, los cuales son la antesala del huésped más visitado en los últimos años en los santuarios bogotanos; es como si la montaña muchas veces tan lejana, por medio de un hilo de oro, la población de Santa fe en conjunto hubiera jalado al Señor De Monserrate para que nos acompañara, en estos días Santos.
Un poco más arriba en la calle 11 con la carrera 4ª , encontramos la no menos importante Iglesia de la Candelaria (7), la cual hace parte del conjunto religioso declarado como Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional (Monumento Nacional); debo decir que como bogotana y sin importar en ese momento mis propias creencias, sentí una gran emoción al entrar al ver sus imponentes pinturas murales, las cuales en medio de los peregrinos mostraba, por medio de pequeñas lucecitas las mil bendiciones que llevaban los ángeles los cuales bajaban a acompañar el centenar de oraciones de estos piadosos corazones. En medio de su imponente barroco el cual envuelve una atmosfera de absoluta solemnidad y real majestuosidad a Dios, se logra apreciar la tensión que se expresa a través de las formas curvas y su intensa agitación. Sus adornos abundantes y sus pinturas interiores, en realidad logran aún para el más escéptico que se sienta ese efecto de solemnidad y suntuosidad de esta hermosura arquitectónica (8).
El terceto de Iglesias más importante de Colombia, se encuentra localizado sobre la carrera 7 en el cruce con el Eje Ambiental. Albergan en el interior de cada una de las Iglesias, un importante e imponente contenido de obras de arte renacentista. Empezamos entonces con la Iglesia de San Francisco. Esta es la más antigua de las iglesias coloniales de Bogotá. Su construcción fue terminada en el año 1567. Su fachada es sobria pero el interior es de una riqueza exuberante. Decorada al estilo mudéjar (9), posee un gran retablo de maderas policromadas y es para muchos el más elaborado de las iglesias bogotanas. Sus columnas interiores están revestidas de oro en imitación del estilo flamenco de la época. El artesonado está finamente adornado y la capilla lateral, con su precioso altar, es una de las más ricas en su género. El interior está iluminado con innumerables candelabros y velas que crean una atmósfera fascinante. Las pinturas de Arce y Ceballos y Gaspar de Figueroa adornan los pasillos. Siempre está llena de devotos, pero no es difícil imaginarse que a la visita de los siete “7” templos esta es una de las más apetecidas por los devotos y me incluyo; lo que uno puede apreciar es todo un espectáculo que ha pasado la imborrable marca de los años que aunque entre temblores y remodelaciones no dejan de mostrar este lugar como uno de los lugares de oración más importantes no solo por estos días sino siempre. Una de las primeras iglesias levantadas por los conquistadores en Santafé fue la ermita de la Veracruz, establecida en 1546, 8 años después de la fundación de Bogotá, al otro lado del río Viracocha, en el camino a Tunja... años más tarde en 1631, cuando ya se había formado la plaza de mercado de San Francisco (hoy parque de Santander), fue ampliada por la Hermandad de La Veracruz, compuesta de comerciantes... de pobre arquitectura pero de estilo netamente colonial, semejante a las demás iglesias santafereñas... el terremoto de 1827 la destruyo en gran parte y fue reconstruida... El mérito de la iglesia no es tanto arquitectónico como histórico, puesto que la Hermandad de La Veracruz debía asistir a los ajusticiados y conducirlos a la fosa abierta en sus iglesias para sepultarlos, por lo tanto allí están los restos de muchos mártires patrios, por lo que se declaro Panteón Nacional”.En un improvisado concurso de ideas de la época, se escogió inicialmente un proyecto de remodelación de la iglesia elaborado por Mariano Santamaría, pero la obra iniciada por Lombana tendría un estilo muy personal. Su aspecto exterior contrasta con el de los aledaños muros franciscanos, antes también blando mostrando su mampostería, pero uno de los más antiguos de la ciudad. La primitiva capilla de la Veracruz se erigió, según el Duque Gómez, en 1546, es decir, muy pocos años después de la fundación de Bogotá, por el franciscano Alberto Lee, afirma que comenzó a edificarse después de 1575 “y no en 1549 como erradamente afirma una inspiración colocada recientemente en la fachada norte de dicho templo”. Cuando uno esta haciendo la fila de peregrinación, es muy alentador saber con lo que se va a encontrar adentro, lo mejor de todo es que no se sale defraudado, pues lo primero en lo que se piensa es en esas vidas que se encuentran sepultadas, las cuales en algún momento fueron las creadoras de la historia actual, además que la frescura en sus muros es alentadora después de recordar esa historia que la hace tan importante.
Le sigue la no menos importante, La iglesia de la Orden Tercera Franciscana fue coincidencialmente la tercera y última del conjunto religioso construido por esa comunidad franciscana. El espacio interior de una sola nave posee un magnífico conjunto de tallas barrocas en madera del artista Pablo Caballero. La torre actual se levantó en 1857 en reemplazo de la original, averiada en el terremoto de 1785. Su construcción fue iniciada en 1760 y terminada aproximadamente entre 1774 y 1780 según Daniel Ortega y Ricaurte. En los terremotos de 1785 la torre se desplomó y sesenta años más tarde fue reconstruida a la manera ecléctica, por el arquitecto alemán Kart Schlecht construyó una nueva en 1857, sobre el cuerpo de mampostería de la que se destruyó con características diferentes a la original. El valor inmenso de este templo radica en el trabajo decorativo realizado por el entallador Pablo Caballero en altares, retablos, púlpitos y confesionarios cargados de todo el espíritu del rococó, que con adornos en forma de concha, llamados en francés “rocaille” desempeñan un papel muy especial y con toques muy deliciosos en las pinturas y retoques de esta época.
Bien ya casi terminando este excelso recorrido por los siete monumentos de Semana Santa bogotana, no podía quedarse atrás la antigua iglesia San Juan de Dios, fundada en 1723, es a su vez una esquina entre la concurrida y peligrosa Carrera 10, y la estrecha y comercial Calle 12, de Bogotá. Su entrada principal por la calle está enrejada; los vendedores de lotería se encargan de adornarla con su negocio de papeles y números pegados en tablones de madera. Pero por el costado de la carrera no cambia mucho el panorama: el resto de loteros “que no madrugan, Dios no los ayuda”, y tienen que ubicarse sobre esta avenida junto con algunos minoristas de incienso, piedras y cadenas de la suerte. La esquina que visité, extendiéndose una cuadra más hacia el oriente, es popular por sus mercaderes de incienso, jabones, esencias, baños, riegos, libros, y toda clase de mercancía que sus vendedores aseguran, sirven para atraer energías positivas y espantar los demonios. No obstante, por estos días huele es a soledad. Como antesala a cualquiera actividad religiosa es posible transitar por la reconocida Calle de los Sahumerios. Por la iglesia San Juan de Dios entran y salen los creyentes sin ninguna dificultad. Hay unos cuantos vendedores de comida, lotería y plantas medicinales, y cada quien puede comprar lo que quiera sin que lo estén empujando.
Cualquiera que visite el lugar en otra fecha distinta a las fiestas espirituales le quedaría difícil adivinar porqué le llaman a ese lugar ‘La Calle de los Sahumerios’. Pero durante la jornada religiosa el lugar es un cuento diferente. Los vendedores ambulantes del mercado pagano-religioso, emergen del sótano del antiguo Populares Almacenes Caravana, se toman la calle, prenden sus hornitos y velones y, todos juntos, como si se pusieran de acuerdo, llenan la calle con un humo de discoteca, de diversos olores y sabores, que parecieran atraer al lugar a todos los creyentes de Bogotá (10). La cuestión con esta Iglesia y tal vez es algo de mucha importancia es que todos sin ninguna excepción podemos entrar en un contacto con Dios recordando que palabras como compasión (misere mei, ten compasión de mi), o pordiosero (los que piden por Dios, por el amor de Dios), son tan cercanas a todos aunque sea por unos instantes en que el entorno nos hace pensar lejanamente en que es posible sentir amor a estas dos palabras.
No me queda más que decirles que aunque en un mundo donde el escepticismo, es más común que muchas otras costumbres sociales, no se puede dejar de sentir un gran amor y emoción al ver a todas estas personas que en la Semana Mayor elevan tantas y tanas oraciones, que por medio del humo de un incienso que sube más allá de lo imaginable, llevando mil clamores, mil perdones…mucha fe. Esa misma fe que nos lleva a pensar en un mundo más justo, más feliz, más limpio, más alto el cual en algún momento nos permita estar más cerca a esa bóveda divina, en la cual ya no exista ni razas, ni cleros, ni ideologías, sino solo las mejores compañías y los mejores deseos. Por el momento dejemos que los ángeles en sus alas lleven nuestras alabanzas y nuestras oraciones con el delicioso aroma de rosas que acompaña a la Bogotá del XXI por el recorrido de sus templos pero también de sus mil historias.

1. La Catedral Primada de Bogotá: es una construcción de estilo neoclásico. Se levanta en el sitio donde, según algunos historiadores, Fray Domingo de las Casas celebró la primera misa después de la fundación de Bogotá en 1538. La iglesia original donde el histórico evento se llevó a cabo era una pequeña capilla con techo de paja. Una estructura mas fuerte se levantó cerca de 1556, pero se desplomó debido a una pobre cimentación... En 1572 se construyó una tercera iglesia pero fue destruida en 1785 por un terremoto. La enorme estructura que hoy se levanta frente a la Plaza de Bolívar se empezó a construir en 1807 pero sólo fue terminada en 1823. La estructura presenta capillas laterales de estilo clásico, y un exquisito espacio interior, en colores dorados y crema, re-decorado en 1998. Entre sus reliquias se encuentra el banderín que Jiménez de Quesada, portarretratos de los arzobispos anteriores. La Catedral Primada es el templo más grande de Colombia. Bogotá.gov.co
2. Cuenta la historia que la imagen de Jesús Nazareno fue traída a Ciénaga de Oro por el presbítero José Dionisio Romero. La figura fue hecha en Panamá pero estaba en Quito.
Cada una de las imágenes eran cargadas por nazarenos que aún persisten pues la tradición se ha ido desarrollando de generación en generación.
Muchas de esas imágenes elaboradas por artistas de los siglos XVIII y XIX aún se conservan y cada año son vestidas con sumo cuidado y fervor.
3. Periódico el Universal de Montería. Lunes 6 de abril de 2009.
4. Monserrate Este santuario está ubicado en la cima del simbólico Cerro de Monserrate de gran importancia para los bogotanos. Se encuentra a 3.200 mts de altura sobre el nivel del mar y es un reconocido lugar de peregrinación. En el interior de la iglesia se encuentra la estatua del Señor Caído, un Cristo de grandes proporciones esculpido en 1560 por el español Pedro de Albarracín y al cual se le atribuyen muchos milagros; de hecho, el lugar está lleno de testimonios de sus devotos. Interesante visita ya que permite apreciar una impresionante vista de Bogotá. Se llega hasta allí en funicular o teleférico. Este impresionante y legendario cerro colombiano, también denominado "monte en forma de dientes", despierta el mayor interés de quien visita el país. A partir de la caída del sol, cuando el tiempo parece detenerse en su cima, el santuario da el toque místico final. Desde hace unos 402 años atrás vigila permanentemente toda la ciudad desde sus 3.131 metros de altura, y se podría asegurar que es prácticamente imposible no conseguir contemplarlo desde algún remoto rincón de Bogotá.
Pero no todo en él es belleza natural o arquitectónica, aquí lo más importante de destacar según los lugareños, es la unión entre Dios, la mano del hombre y su fe, logro que simplemente su aire y entorno simbolizan.
La construcción del santuario que corona su cumbre fue autorizada por el presidente del Nuevo Reino Unido, Don Juan de Borja. Por otra parte quien fuera el creador de dicha obra, Don Pedro Solís, decidió construir además un monasterio culminándolo en el año 1657.
Para poder ascender es necesario utilizar el teleférico o el tren funicular aunque no podemos desconocer la posibilidad de ascender a pie por el único camino empedrado que subsiste aún.
Fue así como las capillas de Santa Bárbara y Las Nieves se convirtieron en iglesias, según Pedro Martínez, antes de empezar las obras, estos dos sagrarios eran tan solo dos construcciones "pobres" cubiertas de paja. Bogotá.gov.co
5. ELESPECTADOR.COM; Bogotá 6 de abril 2009
6. El Señor Caído, obra del maestro santafereño Pedro de Lugo y Albarracín; quien logró no sólo una hermosa imagen de impresionante valor artístico, sino que también logró reunir la fe religiosa de la ciudad.
7. Hacia el año 1635, los Agustinos Recoletos, decidieron comprar una casa, que se llamó HOSPICIO SAN NICOLAS DE TOLENTINO, también conocido con el nombre de Hospicio de San Nicolás de La Candelaria. Por ignorar la necesidad de solicitar autorización para su construcción ante el Rey de España, hacia el año 1648, se tuvo que demoler lo ya construido.Después de muchas peticiones, en abril de 1648 se logró conseguir la autorización para construir de nuevo la casa y en 1684 de nuevo vuelven a resonar las campanas.Desde el año 1685 se puede decir que existe la iglesia de La Candelaria en Bogotá. Hizo los planos, tanto del convento como del templo, el arquitecto don Diego Sánchez de Sotomayor. El 27 de Junio de 1686 se colocó la primera piedra que bendijo el Arzobispo Antonio Sanz y Lozano. Frente a la puerta de la Iglesia existe una lápida de mármol con esta inscripción: "Aqui vivió y murió Gregorio Vásquez Ceballos. Bogotá se honra tributándole este homenaje. Abril 23 de 1863". Este hombre, ya muy anciano, pintó un cuadro de La Inmaculada Concepción y lo donó al templo como pago anticipado de sus funerales, que se realizaron al año siguiente (1711). La imagen fue bendecida el 8 de diciembre de 1710. SkyscraperCity, 2006.
8. DIETRICH SCHUWANITZ. La Cultura, todo lo que hay que saber, litografías Roses, S.A. Quinta edición: octubre 2008.
9. Arte Mudéjar: Nombre dado a la producción artística de los musulmanes, que vivían en los territorios cristianos de la España de la baja edad media (ss. XII-XVI). El arte mudéjar se proyectó en Hispanoamérica desde el siglo XVI.
10. Ministerio de Cultura Dirección de Patrimonio – Protección, “Programa de seguimiento del estado de conservación del Patrimonio cultural inmueble y mueble. Ficha de Visita de Seguimiento a la Iglesia de la Orden Tercera de Bogotá D. C. Centro de Documentación.